Si eres alguien relativamente joven y nunca has conducido un coche viejo, quizá no te haya ocurrido.
Pero si ya tienes bastantes kilómetros a tus espaldas, o si conduces con regularidad un coche con ciertos años, de esos que tienen un freno de mano mecánico, de los que se ponen tirando de una palanca y no presionando un botón, es probable que en algún momento te haya pasado:
Llevas un rato conduciendo y tienes la sensación de que algo no está bien del todo, es como si el coche no anduviera fino, o como si tuviera un problema en el motor o algo estuviese frenando las ruedas…
¡Claro que algo está frenando las ruedas!
De repente te das cuenta de que no has quitado del todo el freno de mano, que sigue ligeramente activado.
Tu pulgar derecho aprieta con determinación el pulsador del extremo de la palanca y empujas hacia abajo insistentemente, como buscando redimirte del error de no haberlo hecho antes de ponerte en marcha.
Pero no hace falta que insistas, ya eres libre.
Has notado claramente cómo salías impulsado hacia adelante, ¡ahora sí! Te dices. Sientes como si el coche avanzara ahora fluido, ligero, como gobernado por la ley del mínimo esfuerzo.
Algo parecido nos puede estar pasando en nuestro día a día, con nuestro estado mental y emocional, nuestro bienestar, nuestro nivel de energía, nuestra salud en general…
Que andamos por ahí con el freno de mano puesto.
Preguntándonos por qué no nos sentimos finos, qué nos está frenando, qué falla.
Los humanos tendemos a sufrir del sesgo hacia la acción, es decir, que en lo primero que pensamos es qué podemos hacer para mejorar algo. Pero a veces, de hecho con mucha frecuencia, no es cuestión de hacer o añadir nada, es cuestión de dejar de hacer aquello que nos genera fricción.
Eliminar aquello que no añade, que resta.
Explicaba Miguel Ángel que todo lo que hizo para esculpir semejante regalo para la humanidad fue quitar del bloque de mármol todo lo que no era el David.
Dicho así, parece una obviedad, pero hay mucha genialidad en algo tan sencillo.
En estas comunicaciones intento traerte herramientas útiles con las que puedas tomar acciones concretas para optimizar tu estilo de vida: ciencia, estudios, nutrición, entrenamiento, suplementos, mentalidad.
Hoy no.
Hoy es lo contrario.
Hoy quiero invitarte a la reflexión sobre lo que puedes quitar, o dejar de hacer, para salir propulsado hacia adelante. Y eso solo tú lo sabes.
Solo tú sabes cómo quitar el freno de mano.
O lo que no es tu David.