Vamos a ver qué es el SIBO, sus síntomas y por qué, de repente, cada vez más personas son diagnosticadas.
El SIBO, del inglés Small Intestinal Bacterial Overgrowth, o Sobrecrecimiento Bacteriano del Intestino Delgado, es una condición derivada del excesivo crecimiento de microorganismos en el intestino delgado, donde no corresponde que haya tantos.
No se considera una enfermedad por sí misma, sino un desequilibrio o disbiosis que puede generar síntomas y complicaciones tanto gastrointestinales como extragastrointestinales.
El tratamiento implica controlar las causas subyacentes, realizar modificaciones en la dieta y, en algunos casos, el uso de antibióticos orales.
Es importante buscar un diagnóstico adecuado y evitar la automedicación, además de comprender la importancia de la microbiota intestinal en este trastorno.
Contenido
Qué es el SIBO
Para hablar de SIBO, tenemos que conocer la medida UFC o unidad formadora de colonias, usada en microbiología para contar bacterias. Es un indicador de la cantidad de microorganismos vivos en un líquido.
Ahora vamos a ver 3 elementos de nuestro aparato digestivo de importancia en el caso del SIBO: el estómago, el intestino delgado y el intestino grueso.
Estos 3 elementos tienen funciones completamente distintas.
En el estómago, con funciones meramente mecánicas, el medio es tremendamente ácido y la microflora reducida, alrededor de 1.000 UFC/ml.
En el intestino delgado se produce la digestión y absorción de nutrientes de la comida. En los tramos altos, duodeno y yeyuno, todavía persiste un pH relativamente ácido y contiene unas 10.000 UFC/ml.
Según se avanza por el intestino delgado, la acidez va disminuyendo y la concentración de bacterias aumenta progresivamente hasta las 10.000.000 UFC al final del íleon.
El intestino grueso se encarga de absorber agua y no solo se reduce el tiempo de tránsito, sino que además el pH es más neutro y apropiado para el crecimiento bacteriano, que alcanza hasta 1.000.000.000.000 UFC/ml. Esto supone más del 95% de la población bacteriana total del intestino.
El SIBO o Sobrecrecimiento Bacteriano del Intestino Delgado es una condición en la cual se produce un crecimiento excesivo de microorganismos en el intestino delgado.
La mayoría de los autores consideran que existe SIBO cuando se encuentran más de 100.000 UFC por ml de fluido yeyunal, aunque algunos hablan de 10.000.
Existen una serie de mecanismos de defensa endógenos que impiden el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado:
- Secreción de ácido clorhídrico en el estómago, que crea un medio ácido.
- Motilidad intestinal, que avanza los alimentos.
- Válvula ileocecal, que evita que las bacterias del colon vayan hacia atrás.
- Inmunoglobulinas en la secreción intestinal, que evita el crecimiento bacteriano.
- Secreciones pancreática y biliar, que descomponen las bacterias.
Todos estos mecanismos antibacterianos mantienen el número de bacterias en el intestino delgado bajo control. Pero cuando fallan, se produce el temido SIBO.
Causas del SIBO
La etiología del SIBO es muy compleja, y se asocia con fallos en los mecanismos protectores naturales que hemos visto antes.
El siguiente listado es meramente orientativo y no incluye todas las causas.
Disminución del ácido clorhídrico
- Gastritis
- Edad
- Bypass gástrico
- Algunos medicamentos
Disminución de las enzimas digestivas
- Hepatitis
- Cirrosis
- Pancreatitis
- Piedras en vesícula biliar
Trastornos de la motilidad intestinal
- Hipotiroidismo
- Neuropatía diabética
- Esclerodermia
- Celiaquía
Alteraciones anatómicas
- Fallo en la válvula ileocecal entre el intestino delgado y el grueso
- Obstrucción o estenosis intestinal
- Diverticulitis o fístulas
- Asa ciega
Muchas veces están implicados varios factores en la aparición del SIBO y determinar la causa es esencial para un tratamiento eficaz y evitar la recurrencia.
Tipos de SIBO
SIBO de hidrógeno
Es el más común y se debe a un sobrecrecimiento de bacterias productoras de hidrógeno a partir de los alimentos ingeridos como Streptococcus, Lactobacillus, E coli y Proteus, entre otras.
SIBO de metano
En este caso se acumulan arqueas metanogénicas y se denomina más concretamente IMO o sobrecrecimiento metanogénico intestinal.
Las arqueas no son patógenas per se, pero producen metano, cuya acumulación afecta a la motilidad intestinal y genera síntomas molestos.
SIBO de sulfuro
El acúmulo de bacterias en el intestino capaces de convertir los compuestos de azufre en sulfuro de hidrógeno son las responsables de este tipo de SIBO.
Este tipo de SIBO es el más complicado y el menos conocido y se calcula que supone entre 10 y 25% de todos los casos.
Las bacterias reductoras de sulfato pertenecen a muchos géneros y especies y se encuentran en la naturaleza en volcanes, aguas residuales, minas… Participan en el ciclo de azufre y causan el típico olor a huevo podrido.
Síntomas del SIBO
El síntoma más frecuente es la distensión o hinchazón abdominal, aunque el SIBO puede causar una variedad de síntomas de distinta intensidad y duración y que pueden afectar la calidad de vida de quienes padecen esta condición.
Síntomas gastrointestinales
La fermentación de los carbohidratos llevada a cabo por las bacterias presentes en el intestino delgado provoca un acúmulo de gases que generan molestias gastrointestinales de distinto tipo.
Estos gases son resultado del metabolismo bacteriano, que genera dióxido de carbono, hidrógeno, metano o sulfuro de hidrógeno al digerir los carbohidratos de los alimentos.
- Hinchazón de barriga, dolor abdominal, flatulencias… sobre todo después de comer.
- Diarrea, estreñimiento o una alternancia de ambos.
- Malas digestiones con pesadez, reflujo…
Síntomas extragastrointestinales
Estos síntomas son aún más inespecíficos y están relacionados con el malestar digestivo.
- Fatiga
- Dolor de cabeza
- Dolor en las articulaciones
- Dificultad para concentrarse
- Irritabilidad, ansiedad y/o depresión
A largo plazo, los metabolitos tóxicos producidos por la microbiota aumentada promueven la aparición de citoquinas proinflamatorias que dañan las microvellosidades intestinales generando otros problemas añadidos.
- Deficiencias nutricionales, especialmente déficit de vitamina B12, A, D y E y hierro.
- Intolerancias alimentarias
- Permeabilidad intestinal, con lo que el contenido intestinal entre en contacto con el sistema inmunitario y causa inflamación crónica y eleva el riesgo de aparición de enfermedades autoinmunes.
Prevalencia del SIBO
Se desconoce la prevalencia o número real de personas que padecen SIBO, que se considera está infradiagnosticado. Muchas personas que sufren de SIBO no buscan atención médica por ser sus síntomas inespecíficos.
Así todo, se estima que hasta el 35% de la población general podría padecer sobrecrecimiento bacteriano, elevándose esta cifra hasta el 80-90% en las personas con síndrome de intestino irritable o de fatiga crónica según los últimos estudios.
La incidencia de SIBO va aumentando con la edad probablemente consecuencia del abuso de antibióticos y la disminución de la motilidad y la acidez del estómago.
El SIBO es más prevalente entre el género femenino y en pacientes con otras morbilidades como hipotiroidismo, enfermedad de Parkinson o diabetes.
Cómo saber si tienes SIBO
El diagnóstico del SIBO es fundamental para identificar y tratar adecuadamente esta condición.
Cultivo del líquido del intestino delgado
En este método se extrae una muestra de líquido del intestino delgado para su análisis en laboratorio.
Para la obtención de la muestra se realiza una endoscopia del intestino delgado hasta llegar al yeyuno, donde se recoge líquido para su posterior cultivo, que permite identificar las bacterias presentes y determinar si existe un crecimiento excesivo.
El cultivo del líquido del intestino delgado es una técnica precisa y directa para el diagnóstico del SIBO. Sin embargo, su realización requiere de un equipo médico especializado y resulta incómoda para el paciente.
Test SIBO de hidrógeno y metano en el aliento
Este método es menos invasivo y se basa en la producción y liberación por parte de las bacterias presentes en el intestino delgado de dióxido de carbono, hidrógeno y/o metano tras la metabolización de lactulosa, glucosa o D-xylosa.
Estos gases son absorbidos por la sangre y expulsados a través del aire espirado.
Es un método simple, no invasivo, seguro y relativamente barato.
Para realizar el test de SIBO se miden los niveles de hidrógeno y metano en el aliento a intervalos regulares después de ingerir una cantidad específica de lactulosa u otra solución similar.
Si hay un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, se producirá un exceso de gases durante la digestión de la solución, que se detectará mediante la medición de los niveles de hidrógeno y/o metano en el aliento. Un aumento significativo en estos gases indica la presencia de SIBO.
Este método tiene el inconveniente de crear numerosos falsos positivos en aquellos pacientes con movimientos intestinales rápidos como los fumadores.
Tratamiento empírico
En este caso si la sospecha de SIBO es elevada se realiza un tratamiento antibiótico y se observa la respuesta para confirmar el diagnóstico.
Tratamiento del SIBO
La terapia para SIBO debe abordar todas las causas, síntomas y complicaciones y ser completamente individualizada.
Control de las causas subyacentes
Es sin duda el aspecto más importante.
Dieta para el SIBO
La dieta juega un papel importante en el tratamiento del SIBO.
Se pueden recomendar cambios en la alimentación para evitar alimentos que favorezcan el crecimiento bacteriano, como aquellos ricos en carbohidratos no absorbibles.
Un ejemplo de este enfoque son las dietas bajas en FODMAPs (fermentable oligosaccharides, disaccharides, monosaccharides, and polyols). En estas dietas se eliminan los azúcares fermentables (fructosa, lactosa, sorbitol…), los almidones fermentables (pan, pasta, arroz…) y alimentos ricos en fibra insoluble (cereales integrales, legumbres, verduras fibrosas…).
Las dietas carnívoras también serían una buena opción.
La dieta elemental es una de las más efectivas para curar un intestino irritado. Es una dieta médica que contiene los nutrientes necesarios ya predigeridos. Es una dieta segura, hipoalergénica, antiinflamatoria y antibacteriana.
Algunos centros médicos han desarrollado sus propias dietas para este problema.
Por ejemplo, la Dra. Siebecker ha desarrollado una dieta específica para SIBO resultado de una mezcla entre baja en FODMAP y SCD.
La dieta de baja fermentación del Dr. Pimentel es una de las más permisivas.
En caso de SIBO de sulfuro o cuando no se consigue una mejoría con una dieta baja en FODMAPs se sugiere eliminar de la dieta alimentos ricos en azufre:
- Crucíferas: col, coliflor, brócoli, coles de Bruselas…
- Aliáceas: Ajo, cebolla y puerro. El ajo negro contiene menos alicina.
- Aditivo sulfito: fruta confitada, vino, cerveza…
- Carnes rojas.
- Huevos.
- Leguminosas: lentejas, garbanzos, soja…
- Alimentos grasos: producen una liberación de bilis, rica en el aminoácido taurina, que contiene azufre.
Uso de antibióticos orales
En algunos casos, se puede recurrir al uso de antibióticos orales para tratar el SIBO. Estos medicamentos pueden ayudar a eliminar las bacterias en exceso en el intestino delgado.
Este tipo de tratamiento debe apuntar selectivamente a las cepas bacterianas implicadas y debe pautarse en base a pruebas de sensibilidad.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los antibióticos pueden tener efectos secundarios y es necesario seguir las indicaciones del médico en cuanto a la duración y dosificación del tratamiento.
Uno de los antibióticos más utilizados en el tratamiento de SIBO es la rifaximina, que no se absorbe y ejerce su acción exclusivamente a nivel del intestino delgado porque necesita de la bilis para activarse. Sin embargo, este antibiótico es efectivo por si solo exclusivamente en caso de SIBO de hidrógeno.
Ante el SIBO de metano, es necesario combinar rifaximina con otros antibióticos. Uno de los más utilizados es la neomicina, pero debe de usarse con precaución porque tiene el riesgo de algunos posibles efectos secundarios además de alterar la microbiota colónica.
Otra opción podría ser el metronidazol.
En cualquier caso, estos tratamientos deben realizarse bajo un control exhaustivo por parte de personal médico.
Antimicrobianos naturales
Estos productos, de origen natural, son de mayor espectro que los farmacéuticos y tienen la ventaja de ser mucho mejor tolerados.
Tratamiento natural del SIBO hidrógeno o metano:
- Ajo (alicina): Especialmente útil en el caso de SIBO metano.
- Berberina: Combinado con alicina en caso de SIBO metano y con orégano en el de hidrógeno.
- Aceite esencial de orégano: De elección combinado con berberina para el SIBO hidrógeno.
- Neem
- Canela
Tratamiento natural del SIBO sulfuro:
- Aceite esencial de orégano
- Molibdeno
- Uva ursi
Pronóstico
En este caso el futuro de la enfermedad depende de la causa subyacente que condujo al crecimiento excesivo de bacterias.
La tasa de recaída de SIBO después de un tratamiento exitoso es alta.
Además de la enfermedad subyacente básica, existen otros factores de riesgo implicados en la elevada tasa de recaída de SIBO, incluida la edad avanzada, historial de apendicectomía o el tratamiento crónico con algunos medicamentos como los inhibidores de la bomba de protones (Omeprazol). Este último punto está en estudio.
Importancia de acudir a un profesional de la salud
Recibir un diagnóstico adecuado y evitar la automedicación son aspectos fundamentales para abordar el SIBO de manera eficiente.
Ante la presencia de síntomas asociados con el SIBO, es esencial realizar un diagnóstico preciso.
Es importante destacar que la automedicación puede agravar los síntomas y desencadenar complicaciones adicionales. Es fundamental seguir las indicaciones del profesional de la salud y obtener un diagnóstico antes de iniciar cualquier tratamiento.
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